Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México

EL DIPLOMÁTICO RICHTHOFEN Y SU IDEA
DE LA "CUESTIÓN MEXICANA" ENTRE 1854 Y 1862

José E. Covarrubias


El barón Emil Karl H. von Richthofen fue ministro residente de Prusia en la República Mexicana de 1851 a 1856. Le había precedido Ferdinand Seiffart, el primero en representar a dicho Estado en calidad de ministro residente y no sólo de cónsul general, como había sido el caso hasta 1846. El nombramiento de ministro representante equivalía a obtener el rango de diplomático y Seiffart parece haber desempeñado su cargo en forma honorable hasta abandonar el país en 1850.[ 1 ] Richthofen, a diferencia de Seiffart, era ya un hombre ejercitado en la diplomacia cuando fue designado representante prusiano en México. Un tratado de amistad, comercio y navegación, acordado en forma definitiva el 6 de diciembre de 1834, había dado inicio al correspondiente intercambio entre ambas naciones de manera definitiva, pero los sucesivos ocupantes de la representación prusiana desde entonces -Karl W. Koppe, Friedrich von Gerolt y el mencionado Seiffart- serían ciudadanos habilitados para el cargo en función de sus nexos con las principales actividades del grupo alemán establecido en el país recién independizado (comercio y minería).

Richthofen contaba con la experiencia de la labor diplomática ejercida en España y Portugal antes de venir a México, y aun fungirá como representante prusiano en Hamburgo en 1862, cuando se le inquiría, en calidad de conocedor de las realidades mexicanas, en torno al posible éxito de la ya emprendida intervención armada en México por parte de Francia.[ 2 ] Su fama de experto en todo lo relativo al imprevisible país hispanoamericano no era gratuita. El diplomático había dejado impresas sus ideas sobre los conflictos que vivían los gobiernos mexicanos hacia la mitad del siglo en un texto voluminoso: Die äusseren und inneren politischen Zustände der Republik Mexiko, seit deren Unabhängigkeit bis auf die neueste Zeit, impreso en 1854,[ 3 ] pero dado a la luz pública en 1859[ 4 ] (Berlín, W. Hertz). La traducción sería: Las circunstancias políticas externas e internas de la República de México, desde su independencia hasta las fechas más recientes. Consta de casi de quinientas páginas y su contenido se ajusta a una estructura sólida y sistemática, la que resulta de analizar uno a uno los seis ministerios que componen el aparato político mexicano en el periodo. Sin embargo, ésta no es la única obra dejada por el reconocido conocedor de asuntos mexicanos. En 1862 publicaba la Allgemeine Deutsche Verlags-Anstalt, en Berlín, un segundo escrito a cargo de Richthofen: Die mexikanische Frage, beleuchtet von Emil Karl H. von Richthofen (La cuestión mexicana, iluminada por Emil Karl H. von Richthofen). Esta vez se trataba de un librillo, apenas más extenso que un panfleto, cuyo objeto era desde luego dar luz sobre el acontecimiento del momento en relación con México, una empresa de "regeneración" con la cual el autor no estaba de acuerdo en privado, pero que se veía impelido a justificar y explicar ante la opinión pública.

Esta contradicción se pone en claro mediante el examen de documentos practicado en la investigación histórica y seguramente escapó a los lectores de esta segunda obra de Richthofen. Un hecho que no deja de tener interés para los estudios del periodo imperial de la segunda mitad del siglo XIX en México, pero que en el presente artículo sólo es mencionado. Y es que aquí se intenta evaluar, a grandes rasgos, el significado de la versión dada por este intérprete de la difícil situación mexicana en función de su comprobable vinculación con cierta corriente de entendimiento de pueblos y culturas que iba paralela al desarrollo de la geografía humana. Esta corriente encontró campo fértil principalmente en el medio académico alemán del siglo pasado. En éste, la geografía humana desempeñó un papel aglutinante notable, desde su gestación hacia el primer tercio de dicha centuria tanto entre algunas disciplinas humanísticas como entre éstas y las nacientes ciencias sociales.

Por otra parte, cabe señalar que a mediados del siglo pasado las "cuestiones nacionales" eran referidas principalmente a naciones pequeñas, situadas en los márgenes del núcleo europeo (Irlanda, Grecia o Polonia).[ 5 ] Por entonces no parece haber sido aplicado el término al caso alemán en forma definitiva, sino hasta el surgimiento de un Estado alemán, pero se habla de continuidad entre el principio de nación, posnapoleónico, que encarnó el impulso político a la unificación germana de 1871, y la llamada "cuestión alemana". Esta deutsche Frage -principalmente en la Alemania dividida (1945-1990)- ha buscado dar cuenta de la vinculación política de esta nación con un sistema estatal europeo marcado por los procesos económicos y políticos cuya pauta, desde el siglo XIX, se le ha dado la denominada Europa burguesa. En el caso de aquellas naciones de órbita un tanto externa, salvo Irlanda, los conflictos nacionales estaban enraizados en el siglo XVII y parecían permanecer inalterables, en esencia, en el siglo XIX. En el caso alemán, la cuestión nacional era entendida bajo la poderosa influencia de la conciencia histórica de forma cada vez más aguda y llevaba a precisar las peculiaridades de la propia historia -en un contraste que llegará a ser dramático- frente a la del resto de Europa.[ 6 ]

En vista de lo anterior, que Richthofen publique textos en torno a una "cuestión mexicana" parecería ofrecer meramente un caso extravagante, inconexo con las situaciones que movían la diplomacia en Europa. El intento de Richthofen en torno a México tiene en común con la generalidad de los referidos debates nacionales que ocupaban a los hombres de Estado en la Europa del siglo pasado, la preocupación por los efectos del exterior sobre las formas estatales que debían dar expresión soberana a los impulsos nacionalistas. Por ahora quede en claro que al hablar de una "cuestión mexicana" en 1862, Richthofen incorporaba al país americano dentro de un tipo de problemas similares a los que por entonces manifestaban Polonia o Grecia, y que posteriormente también experimentará la Alemania unificada.

Sin embargo, la "cuestión alemana" se ubicará fundamentalmente en un marco espacial muy definido -Europa occidental-, en tanto que Richthofen sostenía en su prólogo a Las circunstancias... (1854) que los problemas de México debían entenderse en su participación en la "crisis que mueve al Viejo y Nuevo Mundos". Entre ambos periodos tuvo lugar la Guerra Civil norteamericana y el desastre francés en México, los que determinaron el alejamiento político de los estados europeos del subcontinente hispanoamericano. Además de la atención al factor nacional, las dos obras de Richthofen tienen en común con aquellas que por la misma época se ocupaban con las implicaciones de los problemas nacionales arrastrados hacía un siglo, el considerar tanto lo "interno y externo" de los países y el esbozar las implicaciones resultantes de esa tensión en que se encuentran todos los Estados del planeta. Esto no excluye que opiniones o intereses personales del diplomático lo llevaran también a abordar la empresa y que sin duda influyeran en los resultados que obtuvo.

Las circunstancias políticas externas e internas de la República de México fue impreso en 1854, pero se dio a conocer en edición pública en 1859. No se parece a ningún otro escrito a cargo de algún viajero o erudito europeo del siglo pasado en torno a México. Mediante la referencia literal de informes por parte de ministros y funcionarios, así como de otros documentos oficiales, Richthofen revela el objeto central de su análisis: el Estado. Y, por otra parte, el destinatario del escrito no podía ser cualquiera. En suma, todo parece indicar que aquí se trata de un escrito que por igual puede cumplir con lo que se esperaría de un extensísimo informe diplomático, que con lo propio de una presentación general de las realidades humanas de México, aunque ordenadas éstas últimas en función de cuestiones del momento que al barón Richthofen le parecían de suma importancia. Así, el país se encontraba en las manos del "único hombre enérgico" del país -Santa Anna-, el cual se veía sin embargo en serias dificultades en agosto de 1854, cuando el autor fechaba el prólogo en que el dictador era exaltado. Acaso fuera su intención llamar la atención de su gobierno y ciertos hombres prominentes, a los que haría llegar su voluminoso escrito antes de la publicación oficial de 1859, sobre la incierta suerte de Santa Anna. La hipótesis resultaría plausible por el hecho de que este último buscó, hacia 1853, la cooperación militar prusiana con el fin de formar mejores elementos para el ejército mexicano.[ 7 ] Sin embargo, Richthofen no muestra prácticamente interés por este asunto.

Fines más personales pueden haber movido al diplomático a elaborar el texto semioficial. A Richthofen tocará firmar un tratado de amistad, comercio y navegación entre México y los Estados alemanes de Prusia, Sajonia y Waldeck en 1855.[ 8 ] Hay testimonios de que el representante prusiano deseaba mantener también la representación de otros estados alemanes con intereses comerciales en México: Hannover, Oldenburg, Braunschweig y el Gran Ducado de Hessen.[ 9 ] Hannover era renuente a caer bajo la hegemonía prusiana desde décadas anteriores y así no es sorprendente que estos estados -temerosos de un mayor sometimiento mediante la Unión Aduanera prusiana- le negaran la autorización que el gobierno mexicano exigía para esta continuidad en la representación. Prusia llevaba pues, hasta entonces, una parte preponderante en la representación de los Estados alemanes en México, si bien las ciudades hanseáticas, que participaban mayoritariamente en el comercio con México, se mantenían aparte. El escrito de Richthofen de 1854 logra a todas luces transmitir un cuadro sombrío de México, de su ineficiente aparato político y de las desventajas que esto reporta a las relaciones no sólo entre México y Prusia, sino también entre el caótico país y otros estados alemanes. Así, deja manifiesta la conveniencia de agruparse bajo la bandera prusiana en suelo mexicano, algo que el barón consideró posible durante su labor y que no tuvo lugar a fin de cuentas.

Que Richthofen hiciera imprimir el texto en 1854 para convencer a los funcionarios con capacidad de decisión en torno a esta situación, que se resolvió definitivamente en julio de 1855, viene a ser una segunda hipótesis, más plausible que la primera. Algunos hechos en relación con la estancia de este diplomático en México arrojan cierta luz sobre la relativa urgencia con que, en su opinión, debía corregirse el estado de los nexos diplomáticos con los mexicanos. El representante francés en México, el ministro Gabriac, seguía con atención la actividad de su homólogo alemán. Advertía posibles ventajas comerciales para Prusia y los otros estados alemanes copartícipes del tratado por firmar y actuaba en consecuencia. Gabriac se felicitará, en su momento, por haber conseguido que el gobierno mexicano no concediera una disminución arancelaria a productos monopolizados por los alemanes, tales como juguetes de Nürnberg, cristales, relojes y lanas burdas. Los contactos de Gabriac con el funcionario mexicano facultado para decidir en torno a estos posibles privilegios -aseguraba él mismo- fueron de importancia para evitar esta concesión.[ 10 ]

La habilidad de los ocupantes de las legaciones europeas venía pues a ser un factor de importancia. Puede entenderse mejor aún si se piensa en lo inestable que era la política mexicana por entonces. Richthofen parece haber percibido esta condición para una tarea diplomática eficiente en México tanto con agudeza como con desagrado. Su antecesor, Ferdinand Seiffart, había elaborado ya un interesante informe al final de su gestión diplomática en México.[ 11 ] Señalaba precisamente la circunstancia de que las funciones de los enviados europeos encaminadas a garantizar los derechos de sus conciudadanos estaban normadas por un "derecho de extranjería" ambiguo y, en el fondo, falaz. Se trataba de los mismos derechos que cualquier ciudadano de un país europeo encontraría en otro país europeo. Seiffart añadía otra observación ilustrativa para entender la incomodidad de su sucesor: la carencia de recursos para mantener una representación prusiana en condiciones de equipararse con las de las otras naciones europeas de importancia. Todo esto confirma que, hacia mediados de siglo, la actividad de los diplomáticos iba tanto en cauces "oficiales" como en los que les señalaba la necesidad de establecer "contactos" con la oligarquía local. Y para esto último, además, había que guardar ciertas apariencias y resultarles agradables a los notables del país.

El testimonio de Gabriac y los conocidos vínculos entre mexicanos acaudalados, como Escandón, con europeos con acreditaciones de representación, como Mackintosh, dan ejemplos concretos de lo que tenía lugar, de hecho, más allá de las apariencias. Richthofen lo expresa con toda exactitud: la representación consiste en gran parte en lograr influencia y posición.[ 12 ] La ambigüedad en el lado "oficial" de la relación Prusia también se expresaba por parte de los mexicanos, como Seiffart lo decía en su informe: México no se sentía acreditado de la misma manera ante Prusia que ante Francia o Gran Bretaña.[ 13 ] Richthofen -que seguramente conoció el escrito de Seiffart a su gobierno antes de venir como ministro- parece haber intentado corregir la situación desde el lado "oficial", mostrándose como aglutinador de los intereses de diversos Estados alemanes y revistiendo así a su persona de una mayor importancia, por el peso de su plural representación.

Qué tanto creyó Richthofen en la posibilidad de modificar esta situación, no es posible decirlo, salvo que se pudiese examinar con detalle su correspondencia diplomática. Que en 1862 informase a un alto funcionario austriaco de las pocas posibilidades de éxito de una intervención europea en México -en forma privada, como ya se indicaba anteriormente- llevaría a pensar que sus intentos, tanto por la vía de la acción personal como por la de sus escritos, fueron labores infructuosas en cumplimiento de sus obligaciones, acaso convencido ya de antemano de su muy probable ineficacia. En realidad, México no tendría remedio. Pero bien vista la cosa, Richthofen parece haberse encontrado él mismo en una permanente incertidumbre sobre la posible evolución del país que presentaba. ¿Escribir una obra de casi quinientas páginas sólo para tratar de asegurarse el éxito de una gestión comercial, moviendo a posibles interesados? Lo amplio del texto, además, parece indicar que las motivaciones de Richthofen eran complejas y amplias. Y luego ese otro librillo de 1862 que expone una "cuestión mexicana", de la cual se expresará de una forma en lo privado y de otra en lo escrito, explicando los motivos de la ofensiva francesa y justificándola en cierta medida.

Cabe concluir, según lo expuesto, que Richthofen quería mostrar, junto a los otros móviles posibles ya referidos, su visión de las cosas y expresarse sobre temas que encontraban en su época un interés general. Dentro del posiblemente muy amplio grupo de lectores del texto de 1854 que tuvo acceso a éste, tras su difusión pública, se encontraba el geógrafo de Gotinga C. G. D. Stein. Este sabio otorgaba sus elogios a Las circunstancias políticas externas e internas de la República de México en su imponente tratado geográfico de 1861.[ 14 ] La mención, por parte del autor de la sección dedicada a México, de las obras de Richthofen y de la de otro conocedor de las situaciones políticas de México, anteriormente publicada, el Intento de una fiel descripción de la República de México, de Eduard Mühlenpfordt, de 1844, señala el interés que la obra de Richthofen despertaba entre los geógrafos de la época.

Mientras la geografía humana aún no se consolidaba en su metodología y no delimitaba su objeto de interés, la tarea de los geógrafos abarcaba la atención a textos como el de Richthofen. En el surgimiento y desarrollo de una ciencia de la geografía humana, las obras de europeos sobre los pueblos hispanoamericanos y sus culturas, abundantes a lo largo del siglo XIX, parecen haber desempeñado un papel de importancia como estímulos a teorías e ideas. No sólo el caso del subcontinente hispanoamericano ha de mencionarse, también es conocida la importancia de obras como la de Tocqueville sobre la democracia anglosajona americana en la reflexión política y social de la misma época.

Como es evidente, muchos de los autores de estos textos encontraron inspiración en la obra de Humboldt que recogió sus observaciones sobre las peculiaridades naturales y humanas de Hispanoamérica. Sus escritos influyeron en los del gran pionero de la geografía humana como disciplina científica en Prusia, Karl Ritter, quien abordó la empresa de precisar los nexos causales entre medio geográfico y la historia de los pueblos, núcleo de su geografía comparada. A fomentar estas teorías contribuyeron, sin duda, muchas obras de europeos que viajaban o residían temporalmente en países del Nuevo Mundo.

Algunos de estos intérpretes de la relación entre medio y hombre llegaron a excesos. Así, el francés Jourdanet[ 15 ] se empeñaba en señalar los peligros de las altas mesetas para la raza blanca. En el corpus literario alemán correspondiente, en torno a México, caben señalarse algunos ejemplos, aunque quizá menos numerosos que los que tocaron los países sudamericanos. Las obras de Mühlenpfordt, ya anteriormente mencionado, así como las de Carlos Sartorius y Karl B. Heller,[ 16 ] permiten seguir cierta evolución en este tipo de tratamientos de las características naturales y humanas, teniendo a México como objeto de atención entre el Ensayo político sobre el reino de la Nueva España (1811) de Humboldt y la obra extensa de Richthofen. Este último, sin embargo, produjo con su texto de 1854 (Las circunstancias políticas externas e internas de la República de México) una obra muy diferente a las mencionadas y que permite delinear otra variante dentro de las tendencias que movían la anchurosa geografía alemana de mediados de siglo.

Así, por ejemplo, para Carlos Sartorius el interés por la población mexicana no podía ser satisfecho sin referir su nexo con las formas naturales. En su México y los mexicanos (1852) dedica amplio espacio a los numerosos tipos de paisaje natural, el cual casi siempre estará presente, aunque en el trasfondo, al relatar la vida de los rancheros y pastores del país en el que Sartorius había vivido por un cuarto de siglo. Entusiasta de la idea de que México podía ser un país meta de la emigración alemana, su obra transmite el sentimiento de la bondad de la naturaleza mexicana que permite una vida grata a todos los tipos de raza o cultura. Sartorius no era prusiano -nació en el estado Hessen-Darmstadt- no se interesó por la forma de Estado que existe en México y sentía desagrado por su pasado hispánico. Para él, los mestizos formaban la nación mexicana,[ 17 ] lo cual también podría aprobar Mühlenpfordt, quien en su Intento... había tratado con simpatía a los mestizos.

Significativamente, Richthofen dejaba de lado toda consideración en torno a las peculiaridades naturales del país y la posible "influencia" sobre el elemento humano. Marca pues el polo opuesto al romántico interés de Sartorius por los nexos naturaleza-hombre. La escuela geográfica a la que la visión de Sartorius se aproxima notablemente es la de Ritter, que postulaba la existencia de designios, casi "destinos" geográficos, los que suponían un influjo de lo natural en la historia de los pueblos. Sartorius no profundiza en su retrato de los mexicanos en la historia de la época colonial, lo que es muy congruente con su idea de que la nación mexicana es la de la población mestiza y que apenas está en formación. En este punto coincide sorprendentemente en la interpretación, tan común en la historiografía alemana de la época, de que la existencia de un Estado supone la apropiación de un medio, principalmente en las abundantes historias de las migraciones germanas. El diplomático prusiano enfatizará en sus dos obras sobre México que la "verdadera" nación es criolla y constantemente deja entrever que, para él, el Estado español fue superior al aparato político que los mexicanos deseaban construir en ese momento. Privadamente, como se dijo anteriormente, desaconseja la intervención armada en México. Como conocedor de la realidad mexicana, el único camino que considerará posible, en su segundo libro, viene a ser un regreso al modo de gobierno español del siglo anterior. Una prueba de la influencia del pensamiento de Alamán -a quien profesaba gran admiración- y de la similitud del caso mexicano como "problema" nacional con aquéllos de las otras naciones a que se aplicaba la idea de encontrarse bajo el influjo de fuerzas exteriores. Pero, en su caso, como ya se veía, la atención que despiertan sus ideas entre los geógrafos de Gotinga y, por otra parte, su preocupación por rebatir las ideas del geógrafo Ritter en el último párrafo que dedica a "cuestiones" mexicanas[ 18 ] en su obra publicada es demasiado significativo como para pasarlo por alto.

La escuela de geografía de Gotinga parece haber sido la única que mantuvo interés por la geografía política de corte dieciochesco -de la cual el Ensayo... de Humboldt sobre Nueva España había sido un ejemplo- a lo largo del siglo XIX.[ 19 ] Sin embargo, la primera obra de Richthofen despertaba ya nuevas formas de entendimiento del Estado en función de su situación geográfica y de su historia, coordenadas de la geografía ritteriana de la primera mitad del siglo XIX. Cómo aparecen combinadas situación geográfica e interpretación del pasado en Las circunstancias... (1854) resulta muy curioso. Así, para considerar los elementos "internos" del país, puede mencionarse la permanencia de la tradición democrática de los ayuntamientos en las ciudades mexicanas, un fenómeno que Richthofen se inclina a valorar severamente, ya que impide la formación de una "nación mexicana".[ 20 ] Por una parte, que existen puestos en estos órganos de gobierno que no sean remunerados mediante salario los pone a merced de los propietarios, de la oligarquía criolla mexicana. Sin embargo, los ayuntamientos permanecen como entidades sensibles a los pronunciamientos, tan frecuentes por entonces, principalmente en contra de los gobiernos estatales.

Cita Richthofen disposiciones tomadas ya por Alamán en 1830 para diferenciar claramente las atribuciones de ayuntamientos y gobiernos estatales, así como un decreto de Bocanegra (7 de marzo de 1843) y un informe de Lafragua de 1846, que apoyan a los gobiernos estatales y a los ayuntamientos, respectivamente. Según el diplomático, la lucha política entre estos dos niveles de gobierno dan lugar a un "a-liberalismo" y no a un verdadero juego de los intereses. Lo interesante son las consecuencias "externas" de esta situación "interna" que afecta profundamente al Estado que México pretende tener.

Una gran debilidad ante el exterior es el resultado de este conflicto interno. La fácil invasión norteamericana de México, la incapacidad para contener las avanzadas de los indios bravos, son consecuencia de esa situación. Bien visto el punto, el razonamiento es un tanto circular: pasa más bien a sacar conclusiones a partir de la debilidad externa. Cómo es la suerte de los mexicanos ante el vecino del norte, interesa mucho a Richthofen. En 1854, sostiene, tiene lugar una tregua entre ambos países; sin embargo, no omite referir los intentos anexionistas de Walker, Raousset y los socios norteamericanos de Carbajal. Es, más bien, la visión de México como teatro de acción de los Estados Unidos. El barón, quien critica ampliamente la política proteccionista que repetidamente ha prevalecido en México en lo relativo al comercio -política dictada de la influencia del grupo de industriales en la oligarquía gobernante-, debió sentir verdadera fascinación ante el miedo que tenían esos criollos un tanto arrogantes y de cuya buena voluntad en buena medida dependía el éxito de sus gestiones, ante los Estados Unidos.[ 21 ] ¡Qué contraste entre su situación, en competencia con franceses y británicos y la de los representantes angloamericanos en México! La vecindad repentina, dramática, que nació en 1848, modifica la idea de las posibles empresas europeas en México. Este último país, ya en comprometida relación interestatal con los Estados Unidos, debía en adelante tener otro significado para los europeos.

De esta forma, en una operación que actualmente parecería burda y desfasada, Richthofen combinaba la historia mexicana como continuación inerte de su pasado colonial -idealizado- con su nueva realidad geográfica. Su interpretación, que busca partir de la condición estatal del país, no es irrelevante para la reflexión en torno a la cuota que el Estado liberal triunfante, que surgirá dos décadas después, debe a la realidad geográfica. Que este intérprete de las circunstancias internas y externas del país pensara como Alamán que la nación verdadera, criolla, no se salvaría sino con la resurrección del régimen de cuño hispánico dieciochesco, también tiene que ver con su perjuicio contra la vida en el campo, esa que Sartorius exaltaba contemporáneamente, viendo en ella un factor clave para entender las nuevas formas de vida -ejemplo de flexible adaptación- que surgían en el México del siglo XIX. Esta vida en el medio rural era la de los llamados mestizos, una categoría que en realidad más tenía un significado cultural que estrictamente racial. Para Richthofen, en México sólo había civilización en el medio urbano -en sí conflictivo, como se mencionaba- y el medio rural no tenía relevancia. Las pobres opiniones del funcionario prusiano en lo relativo a los rancheros o agricultores son desde luego consecuencia lógica de su interés predominante por el Estado, entendido éste a la prusiana, como un cuerpo eminentemente administrativo, cuya calidad queda determinada por su eficiencia burocrática.

El descubrimiento de que la explotación del medio natural, los condicionamientos por las características físicas del suelo para efectos del tipo de Estado de que se trate, que las situaciones "internas y externas" de las naciones se combinan en estados de tensión que determinan las peculiaridades de los Estados y las relaciones de éstos entre sí, parece haber sido un proceso lento, que partió de los postulados dieciochescos de Montesquieu y alcanzó su madurez a finales del siglo XIX, cuando una nueva geografía política fue concebida de una forma del todo distinta a la que tuvo lugar en el siglo XVIII. Con una idea cuasi biológica del Estado, posibilitada por el proponderante darwinismo social de las fechas inmediatamente anteriores, se dio impulso a esta área de la geografía y a la geopolítica, que no sería exactamente lo mismo. Esta última es considerada por algunos el antecedente más claro de lo que actualmente se denomina relaciones internacionales, disciplina cultivada principalmente en las academias anglosajonas.[ 22 ]

Un texto como el de Richthofen (Las circunstancias...) no viene de sobra si se intenta una historia de la evolución a la que se hace alusión en el párrafo anterior. Que su obra no debe verse como ejemplo de pensamiento político puro, aplicado al caso mexicano, resulta obvio después de que se ha aludido a su condición de diplomático en funciones. Sin embargo, también parece quedar clara su motivación, libre y original, para contribuir a un género de pensamiento que iba cobrando forma en su época y que desembocará en la geografía política. ¿Podría señalarse algún aspecto en el cual Richthofen encontrara una situación intermedia entre las conclusiones de su análisis de la individualidad geográfica del Estado en México -o lo que parecía serlo- y su actividad como representante prusiano en el mismo?

Para estos efectos, su posición ante el problema de la colonización europea en México puede resultar instructiva. La idea de que México podría ser país meta de emigración alemana (como también de la francesa e incluso la británica) era antigua y se remontaba a los años posteriores a la independencia. La emigración alemana fue una realidad. Sin embargo, la idea de "colonización parece haber tenido un significado mucho más amplio, y no del todo desconectada con estas teorías en torno al papel de lo geográfico en lo humano, a las culturas en términos biológicos -buscándole a veces al fenómeno del colonialismo una clave cultural- que ya han sido referidas en párrafos anteriores. Colonizar parece haber implicado en muchos casos la apropiación del medio natural, no sólo la emigración o aclimatación. Si los Estados Unidos y Australia ofrecieron durante el siglo pasado un espectáculo nunca visto en este sentido, viéndoseles como escenario de competencia para dicho efecto entre pobladores de muy variada proveniencia, puede entenderse que el tema fuera tan constante en los textos de la época.

Como explotación del suelo, la colonización alemana tuvo lugar en México mediante los mineros venidos en los primeros quince años de vida independiente del país. Tras una desbandada hacia 1835, la actividad principal de los emigrantes fue el comercio. Sin embargo, con todo, Seiffart -antecesor de Richthofen- parece haber sabido de algunos "colonizadores" aún activos hacia 1850 en la industria, la agricultura o la minería. Tanto Seiffart como Richthofen parecen haber sentido más preocupación por mantener los lazos comerciales que por aquellas otras actividades. Venidos en un momento en el cual aún convivían ambas formas de establecimiento (comercial-urbano y colonizador-rural), ejercieron influencia como diplomáticos entre sus coterráneos con el fin de que procuren encontrar fuerza y apoyo en sí mismos, descartando el poner las principales esperanzas en "contactos" posibles con los pudientes mexicanos en la industria o la política. Seiffart promovió la formación de asociaciones entre los residentes en México, de origen alemán en general, y parece haber experimentado cierto desagrado ante los oligarcas, los "criollos" más prominentes, en el lenguaje de su sucesor, a los que llegaba a señalar en su último gran informe diplomático como los culpables de la intolerancia religiosa en México; algo que establecía un obstáculo a las formas de entendimiento entre sus compatriotas y los mexicanos a un nivel profundo, opinaba.[ 23 ] Esta actitud bien pudo ser la reacción ante el desinterés de los financieros, capitalistas y agiotistas mexicanos por entrar en negocios con los amparados bajo la representación prusiana, una legación que no les garantizaba el éxito que podían tener con los representantes de las otras potencias europeas que tenían medios para forzar a aquellos de los que dependía el pago de préstamos (así, Gran Bretaña) o bien seducirlos a favorecer concesiones para jugosos negocios en el país (Francia).[ 24 ]

Ello explicaría en parte, también, la desdeñosa actitud que en sus textos muestra Richthofen con la generalidad de los mexicanos y el que ambos representantes hagan virtud de la condición de sus compatriotas, asumiendo que el mutuo apoyo y el éxito de sus esfuerzos en tierra extraña eran el producto de una elección, cuando lo que pasaba era que los mexicanos más prominentes, en lo económico o político, no los veían como socios interesantes y los dejaban un tanto de lado.

Sin embargo, esa misma posición relativamente marginal es la que llevó a alemanes, de formación y cultura, como el caso de este primer diplomático de carrera en México, a poder analizar ciertas realidades que solamente desde tal situación podían percibirse con agudeza. Una de ellas, acaso la principal, las implicaciones de la vecindad con los Estados Unidos. También son pertinentes sus referencias a la ineficacia de los gobiernos estatales y la necesidad de que éstos reciban atribuciones de los intereses públicos, que demandarán tanta atención en obras de geografía en fechas posteriores. Al ver los imperativos que la ubicación del país con respecto a los otros estados, el balance resultante de los conflictos de poder en función de la capacidad para defender un suelo dado y con la atención a lo que la historia revela en torno a las posibilidades de ese país -manejando un concepto de cultura un tanto determinista-, Richthofen pudo despertar el interés de los geógrafos de la única escuela que a lo largo del siglo XIX mantuvo una concepción dieciochesca del Estado, estando aún muy caracterizada por el recurso a las estadísticas y las enumeraciones inconexas. La mayoría de los escritos de viajeros o emigrantes, con miras a enriquecer ese indeterminado campo que era la geografía humana de mediados de siglo, partían de la observación de las formas naturales y sus repercusiones en las peculiaridades del elemento humano: el paisaje.

La "cuestión mexicana" que Richthofen quería iluminar al narrar los orígenes y posibilidades de la empresa francesa en México, no se circunscribía a este acontecimiento. Se trataba de la parte que a México tocaba en esa "crisis" que afectaba al Viejo y Nuevo Mundos, de la cual hablaba en el prólogo a su primer texto. Elemento de la crisis parece haber sido, pues, el impacto que, a nivel de nexos entre Estados, tendría la aparición de la nueva potencia anglosajona en Norteamérica y su ejemplificación en el caso mexicano. La visión determinista de las diferencias culturales, que llevó al pangermanismo y al "romanismo",[ 25 ] no fue sólo un fenómeno resultante de un sustrato formado por los intercambios comerciales o financieros. Se alimentó también de los cálculos en el ámbito diplomático, algo que queda ejemplificado en el acomodo de algunos inversionistas alemanes a las condiciones que dictaba la Doctrina Monroe a fines del Porfiriato, ya que recurrían a la asociación con los ciudadanos de la única potencia que podía mantener a México en un control permanente, imponiéndole sus condiciones.[ 26 ] La misma potencia que, en una órbita espacial más amplia, iba a decidir en forma contundente el balance de dos conflictos bélicos. Con lucidez, Richthofen decía a la opinión pública que la injerencia del Viejo Mundo en la nación mexicana tenía sentido para componer "internamente" a ésta; pero, privadamente, pensaba que la ecuación de poder interestatal en el continente estaba ya decidida. Si se toma esta opinión como un postulado a partir del cual se recompone un Estado cuya fase actual parecía llegar a su fin -el Estado de los criollos-, se verá la importancia que el aporte de Richthofen tenía a los ojos de los profesores de geografía de la prestigiosa universidad de Gotinga, la primera en disponer de una cátedra de geografía en Alemania, desde mediados del siglo XVIII.

 

[ 1 ] Un estudio sobre Seiffart y el informe que rindió a su gobierno al concluir su representación en México es el de Joachim Kühn, "Das Deutschtum in Mexiko in 1850", Jahrbuch für Geschichte von Staat, Wirtschaft und Gesellschaft Lateinamerikas, Köln-Graz, Böhlau, 1965, v. II, p. 335-372.

[ 2 ] Egon Caesar Conte Corti, Maximiliano y Carlota, México, Fondo de Cultura Económica, 1984, p. 116, refiere una comunicación de Richthofen al embajador austriaco en Hamburgo, Blume, en la cual se manifiesta escéptico con respecto a los intentos europeos por instaurar un régimen constitucional en México, comunicación que debió pasar de Blume al ministro Rechberg, en carta fechada el 15 de febrero de 1862.

[ 3 ] Dicha versión -manuscrito impreso- se empleó para este artículo y fue editado por la Deckersche Ober-Hofbuchdruckerei, Berlín.

[ 4 ] Joachim Kühn, "Das Deutschtum in Mexiko in 1850", Jahrbuch für Geschichte von Staat, Wirtschaft und Gesellschaft Lateinamerikas, Köln-Graz, Böhlau, 1965, v. II, p. 340.

[ 5 ] Wolf D. Gruner, Die deutsche Frage, ein Problem der europäischen Geschichte se¡t 1800, München, C. H. Beck, 1985, p. 18.

[ 6 ] Wolf D. Gruner, Die deutsche Frage, ein Problem der europäischen Geschichte se¡t 1800, München, C. H. Beck, 1985, p. 18.

[ 7 ] Verena Radkau, "Relaciones diplomáticas e injerencia política", en Los pioneros del imperialismo alemán en México, México, Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, 1982, p. 300.

[ 8 ] Se firmó el 10 de julio de 1855, de acuerdo con Jutta Hohenstein, "Politische, wirtschaftliche und soziale Verhältnisse in Mexiko im Spiegel deutschsprachiger Publikationen, 1821- 1861", Jahrbuch für Geschichte von Staat, Wirtschaft und Gesellschaft Lateinamerikas, Köln-Graz, Böhlau, 1965, v. XVIII, p. 211.

[ 9 ] Versión francesa de México. Informes económicos 1851-1867, 2 v., compilación de Lilia Díaz, México, Secretaría de Relaciones Exteriores, 1974, v. II, p. 159. Reproduce un informe del enviado francés en México, en aquellos años, Gabriac, en el cual menciona a Richthofen.

[ 10 ] Versión francesa de México. Informes económicos 1851-1867, 2 v., compilación de Lilia Díaz, México, Secretaría de Relaciones Exteriores, 1974, v. II, p. 163.

[ 11 ] Un estudio sobre Seiffart y el informe que rindió a su gobierno al concluir su representación en México es el de Joachim Kühn, "Das Deutschtum in Mexiko in 1850", Jahrbuch für Geschichte von Staat, Wirtschaft und Gesellschaft Lateinamerikas, Köln-Graz, Böhlau, 1965, v. II, p. 335-372.

[ 12 ] Emil Karl H. von Richthofen, Die äusseren und inneren politischen Zustände der Republik Mexiko, seit deren Unabhängigkeit bis auf die neueste Zeit, Berlín, W. Hertz, 1854, p. 93.

[ 13 ] Joachim Kühn, "Das Deutschtum in Mexiko in 1850", Jahrbuch für Geschichte von Staat, Wirtschaft und Gesellschaft Lateinamerikas, Köln-Graz, Böhlau, 1965, v. II, p. 367.

[ 14 ] Stein colaboró en esta obra, cuyo editor fue el catedrático de geografía en Gotinga, J. E. Wappäus, Handbuch der Geographie und Statistik für die gebildeten Stände... [ Manual de geografía y estadística para las clases ilustradas], 9 v., Leipzig, J. G. Hinrichs'chen Buchhandlung, 1861, v. I, p. 2.

[ 15 ] David Jourdanet fue un médico francés que vivió varios años en México. Entre sus obras están Les altitudes de l'Amérique tropicale... au point de vue de la constitution medicate (1861) y Le Mexique et l'Amérique tropicale (1864).

[ 16 ] Eduard Mühlenpfordt, Versuch einer getreuen Schilderung der Republik Mejico..., 2 v., Hannover, Kius, 1844 (El intento...). Carl Sartorius, Mexiko. Landschaftsbilder und Skizzen aus dem Volksleben, Darmstadt, G. Lange, 1852. Esta última ha sido traducida en parte: México y los mexicanos, de acuerdo con el subtítulo, México, San Ángel Editores, 1974 -hay edicción reciente, pero en inglés, Mexico about 1850 (facs.) Stuttgart, Brockhaus, 1961-. Karl B. Heller, austriaco, viajó por México entre 1845 y 1848 y publicó su relato, en Leipzig, el año de 1853 (impreso por Engelmann). Hay traducción española: Viajes por México en los años 1845-1848, México, Banco de México, 1987.

[ 17 ] Carl Sartorius, Mexico about 1850, Stuttgart, Brockhaus, 1961, p. 83.

[ 18 ] Emil Karl H. von Richthofen, Emil Karl H. von Richthofen, Die äusseren und inneren politischen Zustände der Republik Mexiko, seit deren Unabhängigkeit bis auf die neueste Zeit, Berlín, W. Hertz, 1854, p. 94. La profecía de Ritter era en torno a un género humano más maduro que encontraba su hábitat ideal en el altiplano mexicano, clásico ejemplo de su doctrina de los destinos geográficos.

[ 19 ] Así lo sostiene el historiador de la geografía Horacio Capel, en su Filosofía y ciencia en la geografía contemporánea, Barcelona, Barcanova, 1983, p. 86 y 96.

[ 20 ] Emil Karl H. von Richthofen, Emil Karl H. von Richthofen, Die äusseren und inneren politischen Zustände der Republik Mexiko, seit deren Unabhängigkeit bis auf die neueste Zeit, Berlín, W. Hertz, 1854, p. 108-110.

[ 21 ] Emil Karl H. von Richthofen, Emil Karl H. von Richthofen, Die äusseren und inneren politischen Zustände der Republik Mexiko, seit deren Unabhängigkeit bis auf die neueste Zeit, Berlín, W. Hertz, 1854, p. 64-65.

[ 22 ] El papel precursor de la geopolítica para el estudio de las relaciones internacionales -fundamentalmente la geopolítica alemana- la resalta Raymond Aron en su Paz y guerra entre las naciones. I. Teoría y sociología, Madrid, Alianza, 1985, p. 26.

[ 23 ] Joachim Kühn, "Das Deutschtum in Mexiko in 1850", Jahrbuch für Geschichte von Staat, Wirtschaft und Gesellschaft Lateinamerikas, Köln-Graz, Böhlau, 1965, v. II, p. 360.

[ 24 ] Para la importancia que en un momento dado pareció ganar en forma significativa la representación británica en México, en lo relativo a préstamos, véase la obra de Barbara Tenenbaum, México en la época de los agiotistas, 1821-1857, México, Fondo de Cultura Económica, 1985, cap. IV, p. 100-139. Para el caso de los franceses: Nancy N. Barker, The French experience in Mexico, 1821-1861: a history of constant misunderstanding, Chapel Hill, University of North Carolina Press, 1979, p. 134-138.

[ 25 ] El término "romanismo" es empleado por el geógrafo Friedrich Ratzel, consolidador de la geografía humana -ya esbozada anteriormente por Ritter- y de la nueva geografía política, al escribir apuntes de viaje por México para un periódico de Colonia hacia 1875. El término alude a la comunicación cultural entre pueblos "del sur" que atestigua la emigración de europeos no germánicos a México en aquella década. Se expresa, pues, un contraste entre complejos culturales y el pangermanismo va configurándose en el campo de la geografía en beligerante oposición a ese "romanismo", que Ratzel consideraba fantasmal en Europa, pero palpable en suelo americano. Cfr. F. Ratzel, Aus Mexico, Reiseskizzen aus den Jahren 1874-1875, Breslau, Müller, 1878, reeditado por Brockhaus, Stuttgart, en 1969.

[ 26 ] El también geógrafo alemán Karl Sapper critica en su Wirtschafts-geographie von Mexiko (Geografía económica de México) esta actitud cautelosa de sus compatriotas inversionistas. La obra apareció en Frankfurt, editada por H. Keller, sin año, y pueden consultarse las páginas 69, 82 y 83 sobre este punto.

Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México, Álvaro Matute (editor), Ricardo Sánchez Flores (editor asociado), México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas, v. 13, 1990, p. 119-133.

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